domingo, 12 de marzo de 2017

Respuesta a Ángel Carrillo sobre el Torreón


Estimado Ángel, espero que te encuentres bien.
Como cada domingo, leo tu texto con atención. De antemano, agradezco tus palabras sobre el tema del monumento del Torreón. Más aún: aprecio que se discuta con apertura, pasión y crítica.
Me parece interesante el punto que comentas: ¿por qué el monumento del Torreón generó esta protesta, y no otros? Desde hace años vengo trabajando como historiador en documentar la identidad, la memoria y el orgullo, acerca de valores materiales e intangibles de nuestra ciudad. En pocas palabras: de lo lagunero. Por cierto, vienen varios libros de un servidor en camino. Entre los monumentos e inmuebles históricos que refieres, por supuesto son relevantes y tienen un lugar en la historia local, sin embargo, hay otros que guardan un enorme peso simbólico. Los enumero no necesariamente en orden de importancia: La Casa del Cerro, la “Fuente del Pensador” y el Torreón (antiguo y moderno).  En función de esa identificación, también está la respuesta. Te acordaras que octubre de 2013, algún funcionario tuvo la “brillante” idea de pintar de rojo el monumento del “Pensador”, pero ante el rechazo inmediato de la gente, al día siguiente rectificaron. En noviembre de 2016, a otro “brillante”, se le ocurrió colocar semáforos… en 80 años nadie había alterado el paisaje del monumento. Por supuesto, ante el reclamo, rectificaron.
Sobre el emblemático Torreón señalé el criterio de conservación. Hacer la nuevas obras, pero integrar, el monumento. La protesta creció, y en lugar de escuchar, aceleraron el corte del Torreón. Ahora las autoridades ya hablan de reinstalar el monumento… ahora  ya dicen que es un “emblema representativo”, cuando antes dijeron que no tenía valor —“no aparece como monumento histórico ni cultural; no figura dentro del perímetro del Centro Histórico”—. Bajo ese obtuso criterio, ¿dónde queda el puente del río Nazas de 1931?
El monumento del Torreón no es cemento, es historia. En ese lugar estuvo el primer torreón en 1850.
Sigo impresionado con el malestar de los ciudadanos, pero también con la arbitrariedad e imposición que han generado las autoridades municipales. Por supuesto, todo eso lo podrán valorar los ciudadanos en el mediano y largo plazo. Son mayores de edad y libres de elegir.  Acerca de la legitimidad de la protesta, en lo personal, como historiador, no basta con escribir cómodamente en el escritorio. No podía quedarme callado como si nada pasara. Entre 2015 y 2016, realicé una investigación, que después se convirtió en exposición de museo, donde la destrucción de una casa particular en 1981, movilizó a los ciudadanos a la protesta. A pesar del llamado a la conservación, la casa fue demolida. Eso generó un trauma en aquellas generaciones, pero algo muy positivó resurgió. La manifestación se canalizó en la conservación de la Casa del Cerro, la Casa Colorada, el torreón de la antigua fundidora… 
Hoy necesitamos reencauzar estas problemáticas, bajo una junta del Centro Histórico que funcione, no que desestime el patrimonio. Más todavía, una autoridad que valore la gobernanza, como ha propuesto el Implan en Torreón. Hay muchas cosas que se pueden hacer y conservar. Estoy convencido de que se pueden y deben hacer bien. No obstante, reconozco que también hay espíritus negados a la crítica, molestos porque se le cuestiona su labor pública. Para ellos, “legitimidad” es que no los critiquen, cuestionen, ni nada. Pero ya sabemos que pasa, cuando entregamos a las autoridades un cheque en blanco…

Posdata. Del Hotel Francia, en su momento me habló el nuevo representante jurídico en 2015, para preguntarme sobre los valores del inmueble y cómo cuidarlos. Por fortuna, el edificio se conserva y está en uso. Nada más malo para un inmueble histórico, que el abandono. No todo tiene que ser museo. La cabeza de Morelos la mandó en 1961 la Secretaría de Patrimonio Nacional  y la colocaron afuera del Palacio Federal. ¿No les gustó? A los pocos años, en 1968, la reubicaron al pie del Cerro de la Cruz, ahí estuvo largas décadas. Finalmente en 2015 la movieron al bosque Venustiano Carranza. La enorme diferencia, es que para mover ese monumento, no tuvieron que cortarlo ni dañarlo. Por cierto, hubo una solitud del Instituto Municipal de Cultura al Cabildo para remover el monumento. Sobre la Plaza de Armas, hubo discusión interna en la Junta de Conservación —de la cual era miembro—, sobre la necesidad de tener el permiso del INAH antes de la intervención, aunque primero iniciaron las obras, y luego solicitaron el permiso.  También aporté ahí en 2010, antes de iniciadas las obras, una presentación sobre los valores históricos de la plaza y sus cambios físicos en el tiempo, a fin de conservar lo más posible el sentido original. El resultado está a la vista.
Ángel te agradezco tu puntual crítica y tu apertura para la discusión. Estamos para servir, y ojalá sigamos dialogando, no sólo de este, sino de muchos temas más. Abrazo.
Carlos Castañón Cuadros

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12 de marzo de 2017