jueves, 1 de junio de 2017

Agotamiento de Saltillo


Después de la espera, ya hay candidatos en Coahuila. Como de costumbre, el PAN no pudo evitar el conflicto y la división púbica. De la misma manera, el PRI no se quedó atrás en eso de la división, no obstante de que la dirigente del partido, describió todo color de rosa. Tan increíbles sus declaraciones, que hasta afirmó que vamos a extrañar a los Moreira. Mientras tanto, un notable de los suyos, hombre de buena fama pública, Javier Guerrero, renunció para irse de independiente. Igualmente, otra aspirante acusó que no había condiciones para la candidatura, y mejor declinó. El poder llama a los suyos, y a los que solapan. Como en otras elecciones estatales donde perdió el PRI, el gobernador impuso a su candidato oficial con bastante antelación. Promoción aquí, promoción allá. Sin embargo, el tan anunciado candidato insiste que no se apellida Moreira. ¿Alguien le cree? Hasta en las redes sociales, ya se hace un chistoso chacoteo. Por supuesto, el susodicho no leyó ni por error, “El chiste y su relación con lo inconsciente”.  
En el PAN, el pleito se arregló una semana después con todo y abrazo ante la prensa. Aunque las formas nomás no llegaban y en el PRI estaban felices. Al final quedó Guillermo Anaya, ante una contienda inédita e histórica. Inédita porque como nunca el partido en el poder está deteriorado, pero no piense usted, querido lector, que es por el ejercicio del poder, sino por la abierta corrupción. ¡En Coahuila se baten marcas!
También las condiciones son atípicas. En dos décadas, no se habían juntado peligrosamente dos crisis: crisis económica y crisis política. La última vez que eso sucedió, el PRI sembró la alternancia en el país, y al tiempo, abrió la puerta al PAN y al PRD en los gobiernos nacional y local.
De esa manera, la contienda de Coahuila, será histórica, porque por primera vez, desde la alternancia nacional en el año 2000, es decir, 17 años después, están las circunstancias para la alternancia. Como ya lo notaron, los coahuilenses llegamos muy tarde, no obstante de que el estado dio hace más de un siglo, al “mártir de la democracia”. ¿De qué sirvió?
Tan extrañas las circunstancias, que después de casi cincuenta años (48 para ser exactos), es muy probable que llegue a la gubernatura un lagunero. El último fue Braulio Fernández Aguirre, quien dicho sea de paso, es recordado como uno de los grandes gobernadores de Coahuila. Un hombre que ante todo, supo honrar el valor de la política.
¿Qué significa que los dos principales candidatos, los que más tienen posibilidades de triunfo, sean laguneros? En primer lugar el agotamiento político de Saltillo, que después de acarrear todos los evidentes beneficios de la capital, terminó por resquebrajar el monopolio político para la gubernatura. Tanto fue el cántaro al agua… Es curioso ver ahora a la corte saltillense complacer hasta el ditirambo, al candidato priista, cuando durante décadas, el resto del estado estaba a lo que dijera la capital. Esta situación de agotamiento, me recordó de alguna manera, al funesto conflicto del siglo 19, entre Monclova y Saltillo. Mientras los saltillenses hicieron la guerra para quitarle la capital del estado a Monclova, perdimos Texas en 1836. A cambio, Saltillo se quedó con la capital del poder político bajo “la lealtad de los intereses nacionales” (1838). Por supuesto, las circunstancias son distintas, pero dos hermanos terminaron por acrecentar el agotamiento a tal punto, que ya no pudieron llevar otro saltillense. Ironías de la historia, ahora el monopolio se resquebraja ante la posibilidad de un lagunero.  
Similar a otras situaciones, romper la inercia tiene una función de saneamiento; de recuperación ante un curso que ya no funciona. De esa manera, la elección de Coahuila confronta a los ciudadanos entre votar por los cleptómanos que han saqueado al estado y no tienen llenadera, o romper la inercia de los bandidos al frente del erario. El tiempo lo dirá.  
25 de enero 2017
El Siglo https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1305843.agotamiento-de-saltillo.html